Ni moros ni cristianos

Por Nadia Celebic
La Europa medieval estuvo muy orgullosa de aquellos acontecimientos donde plebeyos, nobles, reyes y el clero mismo salieron a tierras muy lejanas a luchar por el honor, por las reliquias, por la tierra santa y por la supremacía de la iglesia, aprovechando para presumir su potencial militar y su fe, estos acontecimientos son denominados Las Cruzadas.
El éxito de las Cruzadas contra el Islam y su califato, es cuestionable, porque si bien recuperaron Jerusalén, la iglesia y los señores feudales salieron bastante debilitados, y el absolutismo de lo monarcas agarró mayor fuerza, por lo que la iglesia se dedico mejor a cazar brujas el resto del periodo medieval, y pocos siglos después, el Imperio Otomano, retomó la tarea y logró capturar Constantinopla. Y hasta ahí quedó el Imperio Islámico, en los libros de historia, ¿no?
El Medio Oriente está viviendo desde hace más de 50 años su propia Guerra <<no tan>> Fría, provocando la expulsión de millones de civiles que han buscado refugio en Europa. Asentándose y generando sus propios guetos. Lo que ha impedido que los nuevos ciudadanos estén realmente integrados al país al que llegan.
La cuna occidental en un boom de libertad, derechos humanos, miedo al nacionalismo, seres políticamente correctos, y un arcoiris de posibilidades, arrepentidos de su pasado imperialista, recibe a puertas abiertas a miles de migrantes diariamente con ideologías social, cultural y religiosas bastante diferentes a la de la población tradicional de las grandes potencias europeas. Claro que Europa del Este comparte similitudes religiosas con las olas migrantes, pero no es ahí donde el grueso se está alojando. Alemania por ejemplo, tan sólo en 2023 recibió a más de 300,000 refugiados, tambien se estimó en 2020 que en Francia la religión mas practicada es el Islam, por encima del catolicismo.
Entre los que estaban y los que llegaron se calcula que alrededor de 25 millones de musulmanes habitan en Europa, distribuidos principalmente en Alemania, Francia, Suecia, Reino Unido, España, Bélgica e Italia. Paralelamente, esta región geográfica enfrenta un declive poblacional, llegando a dejar hasta pueblos fantasmas (agravado por la migración interna hacia las zonas más urbanizadas).
Con la nativa población europea a la baja, y la nueva población musulmana europea a la, los sueños expansionistas del califato que se vieron aplastados durante los siglos X al XIII por fuerzas cristianas, mongolas y otomanas, podrían volverse realidad a traves de una forma muy sutil y hasta accidental de reconquista del territorio europeo.
Este escenario está provocando protestas entre la dividida y temerosa sociedad, por una parte hay quienes defienden el derecho a migrar y optan por la cooperación internacional, mientras que por otra parte los que temen perder la identidad nacional y el estilo de vida tan privilegiado (y envidiado) que había llevado hasta hace poco la mayoría de Europa Central en comparación al resto del mundo.
El nuevo sentimiento anti-islámico se está viendo acentuado por atentados y agravios cometidos por ciertos grupos radicales dentro del Islam, no por los musulmanes per se. Cabe recordar que el mismo Islam está dividido entre dos ramas principales, el sunismo y el chiismo, y aparte, es importante mencionar que cada grupo islámico vive y aplica las ensenanzas del Quran de distinta manera. Un bosnio musulman puede tener mucho más similitudes con un mexicano católico que con un afgano musulman. Así de variada es la población musulmana. – Y eso nadie me lo contó, pero sí que me consta –
Europa se ha visto enriquecida con la cultura islámica que se han alojado en este continente a lo largo de la historia. España con arte moro, como la Talavera que hasta a México llegó; Alemania debe sus comidas rápidas por excelencia, Currywursts y Kebab, a la presencia turca; gran parte de la península balcánica se moldeó a partir de la conquista otomana; Reino Unido debe su té y muchas de sus especias gracias a sus antiguas colonias; es más, Europa, gracias al intercambio cultural y comercial que se dio con medio oriente durante y después de las Cruzadas mismas, logró rehacerse del conocimiento clásico, de las obras griegas, egipcias, persas, etc. que durante el medievo se habían perdido. Y en parte por eso estos países han subsistido por tantos siglos, han sabido adoptar influencias extranjeras y ha logrado aprovecharse de la diversidad que traen consigo.
No hay culpables ni villanos, en este estira y afloja, los gobiernos europeos deben procurar dos cosas, una apertura por parte de los nativos en resistencia y una integración de los nuevos residentes, para generar una simbiosis donde la sociedad actual que se dirige a una generación de pensionados, se pueda ver beneficiada con la fuerza laboral que los migrantes sí pueden ofrecer, a cambio de un país que les permita desarrollarse sin la amenaza de la guerra que los llevó a escapar. Lo cierto es que esta rueda en movimiento ya difícilmente alguien la podrá detener, las décadas de migraciones masivas ya se han arraigado a la cultura, la gastronomía y la política de Europa Central. Al final de cuentas, volvemos al darwinismo, adaptarse o persistir.